lunes, 26 de marzo de 2012

De la Justicia (para un amigo)

A lo largo de la Historia, el hombre ha necesitado para su existencia, una serie de cualidades y/o virtudes, entre las que se encuentran la Prudencia, la Valentía, la Templanza y, sobre todo, la Justicia.

El término justicia está siempre en boca de todos, sin embargo, esta palabra no tiene el mismo significado para todos, con muchísima frecuencia, tiene la contraria. Así nos encontramos, que cuando se hace un llamamiento a la justicia o a las exigencias de la misma, no sólo se haya discordia en el concepto en sí, sino que además, sirve en algunas ocasiones, como motivo de graves recriminaciones.

Las relaciones personales de los hombres no pueden buscar sus propios intereses generando un “daño” injusto a los ajenos. El deber de Justicia se cumple cada vez más hoy en día, para contribuir a un bien común según la propia aptitud y la exigencia ajena.

Es por ello necesario estimular la voluntad de los hombres para conseguir una plena realización como personas, avivando las relaciones interpersonales y fortaleciendo la libertad humana. Además, nuestra alma exige una moral acorde con nuestras creencias para resolver los problemas de la vida cotidiana y/o social.

En toda coexistencia humana bien ordenada se tiene que establecer como principio básico que todo hombre es persona, dotado de inteligencia y, de por sí, con deberes y derechos que son universales e inviolables y jamás debemos renunciar a ellos bajo ningún concepto.

Debemos de exigir por derecho natural el necesario respeto a la persona, a su buena reputación y a su honorabilidad, la búsqueda de la verdad dentro de los límites del orden moral y tendremos que disponer de una información objetiva de los hechos, sin caer en las murmuraciones y rumores mal intencionados con la consiguiente falta de rigor. Para que la justicia sea efectiva, debe basarse en la verdad y en la adecuada autoridad moral que la hace invulnerable a los intereses personales y personalistas, persiguiendo irrenunciablemente la consecución de una armonía fraternal y duradera.

Tenemos que cambiar nuestros corazones para hacerlos más tolerantes, más transigentes, más bondadosos…

Aún resuenan en mi mente tus palabras:

“Sabes que te quiero, hermano”

… y desde lo más profundo de mi corazón:

“yo también te quiero, hermano…”

¡¡¡ VIVA EL NAZARENO !!!

¡¡¡ VIVA LA BANDA DEL NAZARENO !!!

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