lunes, 23 de febrero de 2015

Pregón Nazareno completo de Juan Carlos Trujillo (1998)



Como todos sabéis este año celebramos el cuarenta aniversario de la Banda. Para ello estamos intentando recopilar tanta información y material multimedia como nos sea posible.
Corría el año 1998 cuando Juan Carlos Trujillo García, miembro fundador de la Banda de Cabecera, presentaba el segundo pregón Nazareno que se realizaba. Una persona comprometida con la hermandad y todos los colectivos y que tanta ayuda ofreció para que la Semana Santa de Linares fuera declarada de interés turístico de Andalucía. 
A continuación, podrás leer el pregón completo.

II PREGÓN NAZARENO
JUAN CARLOS TRUJILLO GARCÍA
LINARES, MARZO 1.998


Ante un pregón, son muchos los enfoques posibles. Se le puede dar un enfoque histórico. O un enfoque eminentemente religioso. O sobre las personas que de alguna manera han ligado su vida a la cofradía hasta convertirla en lo que es ahora. O un enfoque poético. O una mezcla de todo lo anterior. Pero para abordar cualquiera de los caminos indicados, es necesario ser una gran especialista, y yo, por supuesto, no lo soy en ninguno de ellos.
Sin embargo, cuando me ofrecisteis hacer este pregón, acepté con la naturalidad del que vuelva a hacer algo por el Nazareno.
¿ De qué puedo hablar? ¿Qué puede tener interés para mis hermanos nazarenos?
Ya sé: hablaré con mis reflexiones, con mis recuerdos y con mis emociones y hablaré con mi Padre Nazareno y con su Madre, y que ellos mismos me vayan dictando lo que debo deciros
Nazareno, hace ya muchos años que eres una constante en mi vida. Una realidad permanente e incuestionable sin que la mayoría de la gente que me conoce sería incapaz de concebirme.
Por acompañarte he comprometido, voluntariamente, mi calendario: no sólo porque tenemos una cita el Viernes Santo, sino varios meses antes, entregado a ensayar nuestro encuentro anual y varios meses después, para comentar las incidencias, los defectos y los nuevos proyectos para el futuro.
Nazareno, eres la constancia de lo eterno y de lo incuestionable. Basta mirarte  despacio, para comprender que siempre has estado y que siempre estarás ahí. ¡ Qué difícil resulta no quedar cautivado por tu serenidad!. A los que has atrapado coma a estos, como a mí, qué profundamente nos hiciste los nudos, con qué fuerza nos retienes, con qué profundidad te has introducido en nosotros.
Sabemos cuando te miramos, que esta relación tan asimétrica, tan inverosímil, en la que Tú cargas y sufres y nosotros sólo podemos acompañarte en tu caminar por Linares, es una relación para siempre. Es unan relación basada no sólo en los sentimientos y en las vivencias. Está basada en las impresiones y en los recuerdos exagerados de la infancia, en las incongruencias y en las pasiones de la juventud, y en las acciones definitivas y voluntarias de la edad adulta. Es una relación que dura, lo que dura una vida.
Todos los que estamos aquí sabemos, que te hemos acompañado, que te acompañamos y quien no faltará quien te acompañe en los Viernes Santos del futuro. Tú poderoso, sereno y tranquilo, como siempre. Los que vamos contigo y te llevamos cansados, emocionados, y nerviosos, pero ilusionados como siempre.
Sabes que soy incapaz de retener las fechas y que debo contar hacia atrás para saber los años que han pasado. Pero sé que empecé a acompañarte el Viernes Santo del año 1.975. Lo sé porque ese año fue importante para todos, pues terminó un periodo histórico y comenzó el futuro.
¿ Te acuerdas?, yo formaba parte de la Banda. Aquella que empezó ensayando en el cine España.  ¡Qué pocos éramos, pero qué importantes nos sentimos cuando hicimos el primer pasacalles ¡. ¡ Qué importantes cuando llegamos a tu casa de la plaza de San Francisco ¡
Los años posteriores fueron de ensayos difíciles y continuos cambios de local: el nuevo cine España, el que estaba en la Avenida; en la piscina Benidorm, bajo el escenario (¡qué locura aquello!); en la antigua fábrica de polos y helados, en los límites de Linares por la Fuente del Pisar, y ya por fin, en el almacén de la calle Cantina, donde pudimos alcanzar cierta tranquilidad, para trabajar hasta hacer que nuestra Banda se convirtiera por méritos propios, en la que mejor pasea la música por las calles de Linares.
Sé que te gusta verla a lo lejos, tras la cruz de guía, balanceándose lentamente mientras desfila, formando un bosque de capiruchos, que se inclinan al unísono anunciando que vienes detrás. Puede que no los oigas, pero los ves. Sabes que están allí, a lo lejos, por delante. Son tus anunciadores porque evocan serenidad, sencillez y lentitud. Sencillez, majestuosidad y lentitud. Lentitud. Lentitud en el paso y en el bamboleo. Profundidad, sentimiento y lentitud. Y música grande, verdadera y eterna. Música como anuncio. Concierto como preludio.
Son los que recorren las calles solos, a los acordes de las marchas ligeras, emocionando a las gentes que van hacia San Francisco. Sé que los oyes desde dentro, cuando llegan a tu plaza a los sones de “Aída”.
¡ Ya todo el mundo sabe que va a salir el Nazareno ¡
Sé que pocas cosas en la vida son porque sí, todo tiene un porqué, como ocurre con la devoción que Linares siente por ti.
Yo siempre te he conocido aquí, pero sé que viniste del Norte. Cargado de austeridad y de verticalidad, sin los retorcimientos de las tallas del Sur del Sur. Y es tu verticalidad la que nos gusta a los de Linares; con tu serenidad y tu placidez nos cautivaste, porque nosotros también somos del Norte, aunque del Norte del Sur. ¡ Por eso están tan bien aquí desde que llegaste !. No podía ser de otra manera.
Como ocurrió al elegir una nueva túnica para la Banda Grande: Morada y blanca. ¿ Por casualidad?: Sales de noche y te encierras de día. Morado y blanco. Sufres y nos quieres. Morado y blanco. Te acompañamos mayores y niños. Morado y blanco. Cansancio. Dolor. Sudor. Morado. Alegría. Emoción. Fé. Blanco. Saetas y música. Morado y Blanco.
Te he visto salir, en lugar de a las 6 de la mañana, hacerlo alrededor de las 8 por la amenaza de lluvia. La mañana era de niebla, y de entre la niebla surgiste, poco a poco, como si la procesión se estuviera realizando en el mismísimo cielo. Procesión de sonidos y de olores. Trompetas, incienso, saetas, cera, tambores, azahares, tintineos y campanillas, flores y primavera. Y después el sol. Calles y gentes. Sonidos y olores y colores. Y brillos. Y otra vez la niebla, pero ahora de incienso y de velas. Y tú sereno y tranquilo, como siempre.
Te acuerdas de aquella otra noche de lluvia ininterrumpida. Los de la Banda esperando que “escampara” bajo la portada del Ayuntamiento. ¡ Qué angustia sentíamos ¡. No entendíamos lo que estaba pasando: Al Nazareno nunca le llueve.
Vamos a la puerta de San Francisco. Allí el desconcierto era idéntico: Los trompeteros tocando para espantar las nubes. El pueblo de Linares esperándote bajo la lluvia., Todos los de tu cofradía con el alma en un puño: “ Al Nazareno nunca le llueve”. Vamos a esperar a que amanezca. Tú dentro. Tranquilo y sereno, como siempre, pero dispuesto a salir, como cada año, por las calles de Linares. La lluvia arrecia y todo se hace definitivamente imposible. Desazón, frustración, incomprensión en todos los nazarenos y en todos los linarenses.
Y entonces se produce el milagro. El tiempo se detiene y el Sábado de Gloria se convierte en Viernes Santo. El día particular en día festivo. La mañana lluviosa en mañana radiante. Y sales a pasear por Linares como si nada hubiese pasado. Sales el Sábado por la mañana. Y porque tú quieres, el Sábado se convierte en Viernes. Pero no hay milagro alguno. No hay nada extraordinario. Sólo una realidad incuestionable que nos quisiste demostrar a todos: El Viernes Santo no es un día especial, ni una fecha del calendario.
¡ El Viernes Santo eres tú ¡. Y todos los que vivimos aquella madrugada en Linares somos testigos.
Es grandioso verte flotar sobre las cabezas de los linarenses, mientras los de la Banda tocamos oración desde la puerta de Peñalver. Rodeado de música surges por aquella puerta angosta, despacio, suavemente, rodeado de una nube de incienso, levitando sobre las cabezas de tus paisanos. Ya está ahí. Ya nos vamos a tocar: atención. ¡ Qué bien va este año! Atentos a la orden de tocar. Ya está fuera. Va a dar la bendición. Tengo que estar atento a la orden de tocar. ¡ Atento a la mano que bendice ¡ ¡ Otro año más que me va a Bendecir! No veo ni a Tomás ni a Antonio ni a Fernando ¿ Donde estará la mano que indicará el principio y el ritmo del toque de oración? Ya empuja la gente ¿ Está bendiciendo ya? ¿ nos toca? Ya se levantan las trompetas de los trompeteros. La gente aplaude. Una mano que Bendice y otra que ordena y miles de manos que aplauden y los trompeteros, y…la música. Y tú. Y siempre Tú. Allí tranquilo, sereno flotando sobre todos, repartiendo Bendiciones.
¡ Ya está el Nazareno en la calle. Ya es Viernes Santo ¡
(Toque de los trompeteros)
Hay otra forma de verlo salir: delante justo del trono que te va a llevar por las calles de nuestro pueblo. Con una trompeta en la mano y aprisionado por los linarenses.
Los trompeteros hemos esperado, en las ocho puertas la llegada de la Banda. Rodeados de una embriaguez de música y cadencia llegamos a la ya oscura plaza de San Francisco. Sintiéndonos parte de algo importante e irrepetible. Y allí Linares. Y nuestra imposible llegada hasta tu trono, fundiéndonos con el apretujado pueblo que te aguarda. Por fin delante. ¡ Vamos a llamarlo! ¡ Arriba! Es imposible bajar las trompetas. ¡ Vamos a llamarlo otra vez! Ahí va ya Luis Rayo a llamar a la puerta de tu casa. ¡ Vamos otra vez! ¡ Arriba!, se abre la puerta. ¡ Ya está ahí! ¡ Arriba otra vez! No puedo seguir tocando tan seguido. La procesión es muy larga. ¡ vamos otra vez! ¡ qué más da ! ¡Arriba! Ya te deslizas hacia nosotros. ¡ Vamos arriba ¡. No puedo apretar los labios. Aquí estás . Ya se oye la Banda y las palmas de Linares. ¡ Vamos arriba! Tranquilo Manolo que no terminamos. Aquí estás, tan sereno, tan tranquilo, tan imponente, tan…Ya mueves la mano, ¡ Arriba! Y el delirio, la música, le Bendición, los empujones, las trompetas, las palmas el incienso y Tú…, tranquilo y sereno, como siempre. ¡ Que andaluz eres aunque llegases del Norte ¡ ¿ Cuanto te gusta este barroco que te espera en la puerta de tu casa ¡ aquí estamos otro año más. ¡ Vamos otra vez! ¡ Arriba! ¡ Otra vez cuando levanten ¡ ¡ A esta es! ¡ Arriba! E inicias tu paseo enfilando la calle Peral. Rodeado de tus fieles, de la gente de tu pueblo.
Qué distinto es todo, si lo vives dentro de San Francisco.
Algunos años, algunos trompeteros hemos tenido la dicha y la suerte infinita de acompañarte, en el interior de tu capilla, antes de salir a las calles. Yo fui uno de ellos. ¡ Qué diferente es todo!. ¡ Qué silencio hay dentro! Qué recogimiento, qué serenidad, qué tranquilidad. Allí solo hay algo capaz de captar la atención. Tú. Irradiando paz…placidez…serenidad…Los que te acompañamos, contagiados, no tenemos prisa. Tenemos emoción contenida, pero de otro tipo. Estamos a gusto y no tenemos prisa. Estamos muy cerca de ti, somos los privilegiados, los que gozamos de tu proximidad en exclusiva, y …no tenemos prisa. Rezamos despacio. Llaman a la puerta. Oscuridad. Chirrían los goznes al abrirse las puertas. Avisamos desde dentro los trompeteros. Nos contestan desde fuera las trompetas. Y la luz. Y los linarenses. Y la música. Y sales: flotando, ingrávido, tranquilo y sereno…, como siempre.
Tengo que confesarte algo que ya sabes: desde que soy trompetero he preferido acompañar a tu Madre en lugar de acompañarte a Ti. Estoy seguro que lo entiendes. Desde que era niño y la veía pasar bajo mi balcón del número 2 de la calle Argüelles, en la fría madrugada, me inspiró una gran ternura. Tan sola, allí atrás, tan desvalida, tan “chiqutilla”.
Ya sabes que la mayoría de nuestros hermanos nazarenos y, sobre todo, la mayoría de tus hijos de Linares quieren arroparte. Quieren ir muy cerca de ti, porque saben que lo que cargas sobre tus hombros son sus pecados y a todos le gustaría ser tus Cirineos. Yo, sin embargo, voy junto a tu madre. Allí atrás. Muy atrás. Desde casi no te vemos. Muy lejos del bullicio que te rodea. Siempre he querido ir consolando a tu madre en su Mayor Dolor.
Ya sabes que sale a esperarte desde su retiro en los Juzgados, donde en la tarde del Jueves Santo, tras verte pasar azotado y atado a una columna, su Amargura se torna en Mayor Dolor, porque ya presiente lo que va a pasarte. Viene desde los Juzgados, porque las puertas de San Francisco, son demasiado pequeñas para dejar salir tanta sencillez. Ella te espera detrás del tumulto, pero con los  ojos fijos en la puerta por la que tú aparecerás. Ella es una más que espera. Y, mientras lo hace, recorre la plaza con su triste mirada, buscando alguna cara familiar, hasta que la encuentra, cuando al otro lado ve a San Juan, al preferido, que la llama agitando una palma pero que se disculpa por no poder llegar hasta ella. El también espera. También detrás como uno más.
Me gusta acompañarla, porque cada vez que levanto la cabeza tropiezo con sus tristísimos ojos fijos en mí. Agradecidos. Miramos hacia delante y allí te vemos caminar, rodeado de un prado de cabezas y tras un bosque de capiruchos.
Levantamos los trompeteros y tocamos: ¡ Aquí viene la Madre de Aquel ! . La Madre de todos. Atrás viene cansada. Despacio. Triste por su hijo y por todos nosotros.
Sus costaleros la sostienen y la ayudan a caminar despacito. Sin hacer ruido. Suavemente. Como caminan las damas elegantes, manteniendo el tipo incluso en los momentos de Mayor Dolor. ¡Vamos a dar un toque!, ¡Arriba!.
No os desaniméis Señora Él sigue allí, delante. ¿Lo ves?: ahora camina. Allí, delante, marcándonos el paso a todos. Dándonos ejemplo de sacrificio. ¡Qué fácil es seguir un camino cuando se lleva un buen guía! Nosotros, tranquilos. Atrás. Sin perderlo de vista.
Y en estas conversaciones se nos va pasando la procesión. Y cada vez que me vuelvo: allí están sus tristísimos ojos mirándome con agradecimiento.
Cuando la acompañé el primer año, con ilusión infantil, y fuimos dándonos ánimos mutuamente, supe, con certeza, cual sería mi sitio en la Procesión: Allí atrás. Donde queda poca gente. Donde no hay empujones. Donde va la señora que mirando a los ojos de sus hijos les dice todo, y los consuela, incluso en sus momentos de Mayor Dolor.
Todo Linares está en la calle Peral, y en la calle Argüelles. Y en la calle Espartero. Son momentos de intensísimas emociones. De cansancio. De sueño. De frío. De nerviosismo. De incienso. De velas. De penitentes oscuros. De músicas. De palmas. De oraciones. De lágrimas. De saetas. De Andalucía profunda…
Quienes no creen, que oigan una saeta: el sentir de todo un pueblo en una sola garganta. ¡Que soledad la del saetero en su balcón! Te mira. Te pide permiso y se dirige a ti como solo Andalucía sabe hacerlo. De esa manera eterna, emocionada y emocionante: por su profundidad, como a ti te gusta; por la evocación de las minas, como a ti te gusta


Ya se oyen los tres golpes,
Ya sale el Nazareno
Para dar su bendición,
ya todo el pueblo grita a voces:
¡viva nuestro Redentor!


¡Que fervor tiene Linares!
Cuando sales padre mío
Todo el mundo sale a verte
para hacer tu recorrido


¿ Canciones en Semana Santa?. ¿ Palmas en Semana Santa?. ¿Gritos en Semana Santa?. ¿Piropos y jaleos en Semana Santa? ¡Los andaluces no sois serios, solo pensáis en divertiros!
En Valladolid y en Zamora sí que hay recogimiento, aquello sí que es religiosidad, los andaluces solo piensan en divertirse, incluso en fechas tan señaladas como la Semana Santa. ¿Cuántas veces hemos oído algo como esto?.
¿Por qué nos califican de una manera tan rápida?. Tan poco rigurosa. Tan superficial. Tú sabes mucho de esos juicios rápidos: a ti te llevaron a la cruz solo porque no te comprendieron, por no pararse a entenderte. ¿Verdad que a nosotros nos están haciendo algo parecido?¡Tú sí que nos entiendes! Por eso estamos aquí, como siempre haciendo las cosas a nuestra manera, a la manera que a ti te gusta, porque nos conoces y nos comprendes. Porque nosotros, las gentes de Andalucía, sabemos como tú, desde siempre, que resucitaste. ¡Por eso estamos contentos!.
Te acompañamos en los momentos difíciles, pero te guiñamos un ojo, cómplices, porque sabemos lo que pasó después: que resucitaste. Sabemos que después de los momentos difíciles vino el premio. Por eso te seguimos con pasión. Porque tú viniste a demostrar lo que nosotros siempre hemos intuido: que no es triste el martirio si después viene el gozo eterno de la resurrección. Aquí, en Linares lo sabemos muy bien. Por eso, vamos a seguir empujándote por las calles Peral y Argüelles envuelto en música e incienso. Te seguiremos rodeando de saetas y de trompetas en la calle Espartero. Nos seguiremos cansando contigo, y con tu madre, y no faltaremos nunca a la cita de la madrugada del Viernes Santo.
A pesar del voto de acompañarte, y lo mismo que tus discípulos se durmieron de cansancio en el Huerto de los Olivos, el pueblo de Linares y la mayoría de tus nazarenos te abandonan en la calle el Tinte. Es mañana temprano. La noche ha sido larga e intensa. Hace frío y las gentes de carne y hueso, se van a descansar. Y tus costaleros. Y tus Bandas. Y tus penitentes. Solo quedas en la compañía de las promesas y de los linarenses de los balcones. La compañía se hace íntima y recogida en el amanecer. Y los trompeteros hacemos sonar las trompetas, durante la larga parada, para recordarles a todos que sigues en la calle. Que no tarden. Para recordarles a todos que la noche deja paso al día en la calle el Tinte. Que allí se produce la metamorfosis mágica: aparecen los colores y los brillos. Los mantos y las túnicas se hacen de terciopelo. Las flores en explosión de multicolor primavera, se tornan rosas, u orquídeas o azucenas. Lo dorado se torna de oro. Lo plateado de plata. Lo negro se torna morado. Y lo que fue oscuridad y velas, se torna luz y color. Y te comienzan a acompañar las golondrinas y el sol, tras despedir a la luna. Y tú disfrutas del cambio, que te refresca. Porque tú no has dejado para descansar la cruz que cargas. Esa que son nuestra culpas y que llevas sobre tus hombros , como si tuvieras promesa, pero sereno y tranquilo, como siempre.
He de confesarte algo: también los trompeteros te abandonamos al final de la calle Tinte. También estamos rotos. Nos juntamos los tres tercios para ir a desayunar. Pare reponernos y dejar que los labios recuperen su forma, pues aún nos queda un largo camino.
Te esperamos en la calle el Pontón. En la nuestra, en la calle en la que todo lo que ocurre, es para nosotros, para los nazarenos. Allí la procesión se recrea en sí misma.
Allí saludamos a la Banda grande, que baja majestuosa, compacta y lenta, dándose y dándonos un concierto. ¡Qué bien suena la Banda en la calle el Pontón! Vamos a darle un toque ¡Arriba!.
Allí saludamos a San Juan y a sus costaleras, Aquellas que lo llevan acunado, como solo las mujeres saben hacer: con suavidad y decisión, con fragilidad y con tesón. Vamos a tocar: ¡Arriba!. Rodeado de verde y morado. De niños y de blanco se va San Juan. Vamos a tocar: ¡Arriba!
Allí nos damos un baño de morado y de brillos, y de incienso, y de madera y de apreturas y de rojo, y de ti. Radiante de sol vienes brillando, inmerso en una nube azul de incienso. Vienes disfrutan de las macetas de los balcones, caminando sobre los hombros de tus costaleros. ¿Has pensado alguna vez que esos costaleros tuyos son los únicos de nuestra Semana Santa que cargan sobre sus hombros a todo Linares en forma de trono y sobre él a ti, su alcalde eterno?. Vamos a dar un toque. Cuando levanten. ¡Arriba! Vienes tranquilo y sereno, como siempre. Disfrutando de tu Banda chica. ¿Sabes una cosa?: casi todos son hijos nuestros, ¡que pronto han crecido! ¡Que pronto han aprendido a acompañarte!¿has visto que entusiasmo?¿Has visto que resistencia? Tambores y cornetas tocando marchas eternas. Son la Semana Santa hecha sonido. ¡Vamos a tocar!¡Arriba!
Los del tercio de la Virgen aún permanecemos en la esquina de la calle San Francisco, esperando a tu Madre. Ahí está ya, precedida de terciopelos morados y de capas blancas. Rodeada de primavera y de brillos metálicos. Envuelta en música de palio. Mirándonos agradecida con sus tristísimos ojos. ¿Cómo va? Parece que nos pregunta. Va bien, va tranquilo y sereno, como siempre. ¡Ánimo Señora!. Un toque cuando levanten ¡Arriba!.
En el Pasaje y la Corredera, la procesión se torna desfile. Seriedad, orden, concierto, compas equidistancia, perspectivas…La procesión se hace mayor, porque nuestros mayores dominan en las aceras. ¡Que bien te ceo ahora caminar hacia el Paseo! Compás. Gracia flamenca en los movimientos ¡ole! Buen paso. ¡Que bien te veo!.
Señora, ¿lo ves?. Mira: por la puerta del Banco de España. Ánimo, vamos a tocar ¡Arriba!
Y el Paseo. Allí la procesión y los linarenses se hacen niños. Allí el desfile se convierte en romería y en niños. En globos de colores y en niños. En sol y en niños. Allí el frío de la madrugada se transforma en calor de los días espléndidos. Allí está Linares, tu Linares esperándote. Allí están sobre todo los niños. Y sus abuelos hechos niños, y los que han vuelto desde tierras lejanas para verte llorando como niños.
Allí se conviertes en el único Cristo que camina bajo palio, pues los árboles del paseo forman uno que te da sombra para que no sudes, quieren que estés esplendido, y sereno y tranquilo. Para que tu pueblo te vea, te rodee, se apiñe a tu alrededor, se haga niño mientras lo bendices desde la Glorieta, desarmando tu séquito por quienes quieren bañarse de tus bendiciones. Las Bandas no pueden recomponer las filas para dedicarte un nuevo toque de oración. Los trompeteros intentamos llegar hasta tu lado para saludar tu bendición. Ya no hay capiruchos. Hay que recogerse las capas. Y de pronto, de entre el desconcierto, sobre un mar de fidelidad y emoción, como siempre, con la misma tranquilidad y serenidad, repartes bendiciones. Tu mano vuelve a conjurar las desgracias. Los linarenses ya sabemos que nada puede pasarnos: nos ha bendecido el Nazareno.
¿Has visto venir a tu Madre? ¿Has visto con qué emoción ha corrido hacia ti?¿Has visto que corto se le ha hecho el Pasero, por verte? ¿Por mirarte a la cara mientras bendecías a tu gente?
¡Que tranquila se ha quedado! ¡Que tranquilos todos! ¡Qué extraña sensación de fuerza interior nos has hecho poseer, con solo mover una mano! Que tranquilidad y serenidad nos invade a todos. Ya no hay prisa. Ya todo está próximo a terminar.
Vamos hacia la Corredera y hacia la Tribuna. Nos volvemos a transformar en desfile. Nos miramos todos de reojo. Cuidado. Que todo salga bien. No importa la larga noche de espera. Ni la madrugada eterna. Ni la mañana, ni el propio día. No importan las emociones que nos han inundado, ni las dudas que hemos tenido, ni los consuelos, ni, los desconsuelos. No importan las ganas de llorar reprimidas, ni los llantos, ni las saetas, ni las promesas, ni el cansancio. ¡Aquí está el Nazareno y su compañía. Todos tranquilos y serenos, como siempre. Ingrávidos, sin prisa, tranquilos porque ya está saliendo la Expiración.
Desde la tribuna estás viendo lo que te aguarda. Ese es el amargo cáliz que te estaba reservado.
Juan te espera. Tu madre se adelanta. Te flanquean. Los trompeteros y tus penitentes y tus Bandas te rodeamos. Y Linares ahí.. Todo apoyándote, para que no desfallezcas al final. Todo juntos rodeándote, al unísono, en gozosa explosión te llevamos en volandas hasta tu casa. Te animamos hasta el final. Todos rotos, todos emocionados. Ya se han mezclado los lugares. Ya se ha desintegrado una vez más tu procesión. Y, de pronto te vuelves, nos miras a todos y, sereno y tranquilo como siempre, nos bendices de nuevo.
Y estalla de nuevo el entusiasmo. Porque ya tenemos todos la certeza de que vas a resucitar.
Pero por encima de todos, es tu Madre la que más se alegra. Sabe que lo sabes y corre llena de Esperanza hacia su patio del Juzgado, pues quiere arreglarse para el Domingo. Llora a raudales, pero la visión del Domingo le permitirá soportar la larga tarde aún te aguarda a Ti.
Pero ella sabe como sabemos los andaluces, que el Domingo resucitarás y que todo tu sufrimiento no habrá sido en vano. Sabemos que el Domingo empieza la eternidad y que tú nos has marcado el camino
¿ Y pretenden que estemos tristes…..?

Juan Carlos Trujillo García

Linares, Marzo, 1.998
@_bandanazareno

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